El camino a la tecnología de 3 V
Para lograr un nivel de tensión de 3 V, todos los materiales deben estar perfectamente adaptados entre sí.
La estructura de la superficie de la capa de carbón activado y la composición del electrolito desempeñan un papel protagonista.
Para conseguir una superficie lo más grande posible, se mejora el tamaño, la distribución y la geometría de los poros, al igual que las propiedades químicas de la superficie del material de carbono. Adecuando la capa de carbono positiva y negativa a las propiedades de los aniones y cationes del electrolito también se contribuye a aumentar el potencial de la tensión.
Esto garantiza que la proporción de los distintos portadores de carga entre sí se optimiza para ofrecer la máxima superficie eléctrica disponible.
Esto asegura que la celda también resulta ideal a la hora de responder a las actuales necesidades de la industria.
En otras palabras, teniendo en cuenta los criterios definidos de final de vida que, dependiendo del proveedor, pueden ser una pérdida de capacitancia del 20 por ciento y/o un aumento de la ESR del 100 por cien, la celda de 3 V debe ofrecer al, menos, la misma vida útil de servicio que una celda de 2,7 V, que suele ser de 1.500 horas a una temperatura ambiente de 65 °C.
En la actualidad, la tecnología de 3 V es considerada “de última generación” y los beneficios que aporta permiten mejoras en avances y optimización en los proyectos y el uso futuro de los supercondensadores en muy diversas aplicaciones.
Ofreciendo vidas de servicio más larga…
Cambiar una celda de 2,7 V directamente por otra de 3 V en un diseño existente implica tener el mismo número de componentes y los mismos costes de ensamblaje, pero también beneficiarse de un aumento significativo en la vida útil del supercondensador.
Una subida de 0,3 V en la fuerza dieléctrica reduce la tensión en lo que se refiere al valor nominal de la celda, lo que se traduce en un incremento de la vida útil del supercondensador, manteniendo la misma carga de tensión.
Para algunas aplicaciones, ofrecer un ápice de vida extra puede marcar la diferencia al permitir que cuajen desde el principio. Pueden ser nuevos desarrollos o rediseños que no habrían sido factibles con las especificaciones técnicas anteriores, pero que pueden cumplir sus requisitos de vida de servicio con la tecnología más nueva.
Además, al instalar una celda de 3 V en un diseño o distribución funcional existente que estaba previamente equipado con celdas de 2,7 V, la aplicación puede alcanzar una vida de servicio más larga que antes.
… o menos espacio
Por otro lado, a veces también merece la pena investigar cuántas celdas se necesitan en realidad —especialmente en aquellos circuitos donde hay muchas celdas conectadas en serie.
Si la tensión superior hace posible la reducción del número de componentes, esto aporta ventajas de espacio que ayudan a lograr la miniaturización demandada en muchas aplicaciones.
Sin duda, los supercondensadores bajo tecnología de 3 V tienen una vida mucho más larga que los modelos de 2,7 V.