Los LEDs de alto brillo (HBLED, por sus siglas en inglés) están provocando una revolución en la iluminación, con aplicaciones que van desde sencillas linternas a luces delanteras para vehículos. No obstante, plantean todavía una disyuntiva en relación con los costes y beneficios, puesto que solamente una larga vida útil justifica plenamente su uso.
Además de la calidad de fabricación, la temperatura de funcionamiento es el principal factor que influye en la longevidad. Esto exige un concienzudo diseño de la disipación térmica, así como un controlador que mantenga la corriente a un nivel óptimo y al mismo tiempo haga frente a condiciones anómalas (como la pérdida de refrigeración, que podría provocar un fallo prematuro y altos costes de sustitución).
Para aumentar las ventajas, el controlador también puede ofrecer funciones como atenuación, protección de fallos y la capacidad de controlar múltiples cadenas de LED. En este artículo examinamos la procedencia, los factores de coste/beneficio y cómo se seleccionan los controladores LED para diferentes aplicaciones de ejemplo.
¡Baje las luces, no deslumbre!
En los años 70, las autoridades del Reino Unido llevaron a cabo una serie de campañas de anuncios públicos que se emitían por televisión periódicamente para divulgar recomendaciones como refugiarse bajo la mesa de la cocina en caso de ataque nuclear, cómo cruzar la calle de forma segura (explicado por David Prowse, que más tarde encarnaría a Darth Vader en las películas de Star Wars) y cómo conducir con seguridad. Una de estas campañas rezaba «Baje las luces, no deslumbre», recordando que las «luces largas» podían deslumbrar a los conductores que circulaban en sentido contrario.
En aquellos tiempos, en que la mayoría de los vehículos tenían luces amarillentas, faros nublados y reflectores empañados, la gravedad del problema era relativa.
Pero hoy en día, los penetrantes LEDs de alto brillo de los coches (e incluso de las bicicletas) representan un peligro muy distinto. La tecnología de los LEDs de alto brillo ha hecho posible sustituir las bombillas incandescentes, los tubos fluorescentes y las lámparas de vapor de sodio/mercurio por productos con un rendimiento mucho mayor.
El mercado lo confirma, con una previsión de facturación global de 22.000 millones de dólares para 2023 con una TCAC (tasa de crecimiento anual compuesta) del 4,9%, según datos de Global Market Insights.
